He trasladado tu ausencia a mi “NO SER”, y el “SIN SENTIDO” me invade ahora. Es el mundo en abstracto , lo siento tan circunstancial, con matices de incoloro y hasta insoluble.

Suena y suena….vuelvo a poner la misma melodía, así de igual forma se atascan mis pensamientos; paralizadas emociones en obtusos recuerdos.

Y dime ¿cuánto hace que no te ocupas de tu propio ser? amortiguado, aletargado.  

No hay nada como salir tempranito, y con los pies en la tierra, hacernos conscientes de inmediata realidad.

En el recorrido matinal que separa mi casa del trabajo, me mezclo entre los puestos, aún sin instalar, del que promete ser uno de los mercados semanales más vivos de los últimos meses. Se detecta por el bullicio que se traen los vendedores, animados seguramente por esta ligera brisa que anticipa ya una auténtica mañana primaveral, lo que se supone un tanto más positivo para sus ventas, después de las jornadas nubosas y frías que nos han precedido.

Y las palabras que escucho no las entiendo, suenan en árabe, supongo. Hablan en voz alta, manifestando que cómo no les podré entender, da igual si les escucho. Me planteo, puede incluso que se estén refiriendo a mí, pero nunca lo sabré. Paso a su lado, y lo máximo que hago es cuando estoy a su altura, pronunciar unos ligeros buenos días, sin esperar que respondan, sin saber si me van a entender.

Llego al trabajo y me topo con Facturas, Presupuestos y Gestiones varias, la radio, mi compañera fiel, que no para de hablar de crisis, pero en plural, financieras, políticas, sociales, medioambientales…..

Y.. transcurre la mañana, apenas tiempo de almorzar, hoy no me muevo de la oficina. Todo se agolpa.

Y…llegando la tarde, finalizando mi tarea laboral, se nubla. Nubes en el cielo, blancos algodones que ocultan el hasta ahora intenso azul. Soñolientas nubes, dentro de mi cabeza, como refllejo de confusión. Un creciente viento pretendiendo arrastrarlas, lo enreda todo aún más.

Me acabo de enterar que ayer le ha tocado la lotería, a un señor que se cruzó conmigo justo acabando de comprarla por el mismo lugar dónde yo estuve, pero yo no jugué. Mala suerte.

Cuando las expectativas dejan de ser lo esencial, en el marco de nuestro vivir se incrustan los sentimientos, que henchidos de añoranza vuelven desde el recuerdo, las sensaciones que estamos dispuestos a obtener cada día, las circunstancias que nos atrapan en cada instante.

Nada hacía presagiar su desenlace. Hay quien se deja morir sin que nadie nunca lo sepa.

Ese irrefrenable deseo de plasmarlo todo; en palabras, en imágenes.

La existencia no era nada si no quedaba escrita o fotografiada.